FIRST MAN

Hola una vez más! Este mes estrenan tantas cosas chulas en el cine de mi barrio que igual hay sobrecarga de críticas en el blog. Por lo pronto hoy os traigo la última película de Damien Chanzelle, director de La La Land, en la que también salía Ryan Gosling, que protagoniza esta dando vida a Neil Amstrong.

La película cuenta la historia de como Neil Amstrong se convirtió en astronauta para la NASA y como acabó siendo el primer hombre que pisó la tierra, allá por el año 1969. La película empieza en el año 1961, cuando Neil todavía es piloto, antes de que sufra la muerte de su hija pequeña y tanto él como su mujer, interpretada por Claire Foy (The Crown), decidan mudarse para empezar de nuevo.

A mi la película me gustó mucho. Creo que la historia de como se logró llegar a nuestro pequeño satélite es muy interesante, sobretodo porque hubo mucho tira y afloja y mucho fallo y error antes de conseguirlo, y eso siempre es curioso de saber (especialmente porque muchos de los amigos de Neil en el programa de la NASA murieron en las diferentes misiones por fallos o mal funcionamiento de las naves. Esto en verdad no es spoiler, no os enfadéis).

Sin embargo, lo que en principio podría parecer una película que va a ser muy épica e impresionante, del estilo de Interestelar o Gravity, las dos películas de viajes espaciales de nuestra época, se revela como una película mucho más intimista, como el drama de un hombre que pierde a su hija pequeña, circunstancia que lo marca para el resto de su vida.

Casi todas las misiones, tanto las que realizaba cuando era piloto como las que le encargan cuando ya es astronauta, se ven desde el punto de vista de Neil. Eso quiere decir que, en los despegues, no ves nada desde el exterior, sino todo desde el interior, tal y como lo vería él mismo en su momento. Así pues, oyes todos los tornillos crujir, el metal expandirse y contraerse, ves la negrura del espacio a través de las ventanas... prácticamente sientes el movimiento bestial que sienten ellos durante el despegue (se movían tanto los pobres que no sé como no se mareaban, querelle horreur).

Una de las mejores cosas de la película son los silencios. Como ya he dicho, Neil es un personaje muy serio (que también se ríe, no nos vayamos a pensar), casi siempre está taciturno o pensando tanto en la misión como en lo que supone para su país o su familia, con lo que es habitual que esté callado. 
Sus silencios están cargados de sentimientos y de cosas que no puede decir, y es ahí donde más brilla Ryan como actor. Y bueno, para silencios que hacen enmudecer al espectador, el silencio de la Luna.

Al no haber aire en la Luna, no hay sonido, por lo que, cuando se produce el deseado y anhelado alunizaje, no se oye absolutamente nada, ni siquiera la respiración del propio Neil, dado que primero se pone el alunizaje desde fuera. 

Es una escena tan impresionante por todo lo que les ha costado llegar hasta allí (aunque tu sepas que van a llegar, porque sí, teóricos de lo paranoide, Stanley Kubrick no filmó la llegada la Luna), que te apetece aplaudir y vitorear su gesta, pero no lo haces porque eso sería romper la quietud natural del satélite, y el hecho de estar viendo la perspectiva contraria de la normal (osea la Tierra desde la Luna) te hace permanecer en silencio, casi conteniendo la respiración.

Ambos actores protagonistas están muy bien en sus papeles, aunque para mi el personaje de Claire sale un poco desfavorecido, porque aunque tiene gran presencia en la vida de Neil, su personaje no sale tanto en pantalla como para dejar huella en el espectado, a excepción de un par de momentos álgidos, como la noche anterior a que Neil se vaya al viaje. 

Así pues, os recomiendo que vayáis a verla, pero también recordar que es más bien un drama encajado en la historia del primer hombre que pisó la Luna que una película sobre viajes espaciales. Espero que os guste tanto como a mi, un abrazo!


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